jueves, 20 de marzo de 2008

Qué enseñar… y cómo hacerlo

Este artículo ha sido enviado para su publicación en Profes.net por:INMACULADA LLAMAS JIMÉNEZ /Psicopedagoga y tutora de Educación InfantilCEIP Poeta Molleja. Villa del Río (Córdoba)
El aprendizaje no memorístico no solo garantiza la comprensión cabal de los contenidos sino que se convierte en un recurso para ‘leer’ críticamente la sociedad.

De todos es sabido que los aprendizajes adquiridos en el aula son instrumentos útiles que nos pueden ayudar a comprender el mundo pero que, sin embargo, son utilizados por los estudiantes para el simple fin de aprobar las asignaturas, olvidándose después de tales aprendizajes, que solo servirían si nuestra vida fuese como esos concursos de televisión basados en preguntas–respuestas de tipo memorístico.

De esta manera, los estudiantes, apenas salen del aula, parecen sufrir una pérdida de memoria en cuanto a los aprendizajes trabajados y estudiados para el colegio, la facultad, etc.

Si analizamos el problema, podría decirse que si se reproduce es sobre todo porque, en buena medida, se piensa fundamentalmente en el qué se enseña, dejando atrás el cómo, ya que existen métodos memorísticos que no ayudan a la comprensión de aquello que se está trabajando.

Estamos acostumbrados a separar los conocimientos adquiridos en el aula y los adquiridos en la vida fuera de ella, del mismo modo que nos dejamos guiar más bien por el sentido común para resolver problemas cotidianos a los que podríamos dar respuesta mediante los aprendizajes académicos.
Quizá todo este problema venga determinado por el qué y el cómo enseñar. Desde pequeños estamos acostumbrados a escuchar comentarios como: ¿y esto que estudiamos para qué nos sirve?, ¡vaya aburrimiento!, ¡no consigo enterarme y tendré que estudiar de memoria!, ¡vaya pérdida de tiempo!

Parece que los conceptos que puedan ayudarnos y enseñarnos de manera clara a conocer y desenvolvernos en la realidad que nos rodea son conceptos desvalorizados, demasiado comunes y simples. Quién no ha leído textos en los que aparecían muchos tecnicismos y ha considerado que se encontraba ante una lectura importante, escrita por personas verdaderamente cultas e inteligentes por el simple hecho de que empleaban términos prácticamente desconocidos para todo el mundo.

Es por todo esto por lo que quizá el problema se ubique en el qué enseñar, aunque, también, en el cómo, puesto que como ya todos sabemos no es lo mismo un profesor que otro, aunque ambos impartan la misma asignatura. La metodología empleada se convierte en una herramienta indispensable que puede hacer de una determinada materia un “respiro” o un “latazo”.

La realidad es que, en muchas ocasiones, los aprendizajes académicos son memorísticos, incomprensibles y prácticamente inutilizables en nuestra vida cotidiana, por lo que sólo sirven para plasmarlos en el examen y, más tarde, olvidarlos. No debemos hacer distinción entre estos conocimientos y los adquiridos fuera del ámbito académico; solamente uniéndolos conseguiremos verdaderamente que el conocimiento, en general, nos haga felices ayudándonos a comprender, a interpretar, a vivir.

Las competencias básicas, la verdadera reforma

Aurora Campuzano


Dicen los expertos que las competencias básicas son la piedra angular de la reforma educativa recogida en la LOE. Pero, ¿qué son en realidad? Y sobre todo, ¿para qué servirán a los alumnos?

El término “competencia” es relativamente nuevo. Nace en el mundo de la empresa y en la formación profesional y es utilizado desde diferentes perspectivas, con múltiples enfoques, no sólo educativos. De hecho, la mayoría de los expertos consideran que es un concepto que está todavía en construcción. La LOE incorpora por primera vez este término a nuestro sistema educativo, tomando como referente las recomendaciones de la Unión Europea y de la OCDE, ámbitos donde la educación basada en competencias generales y específicas, competencias para la vida, está adquiriendo una relevancia destacada.

De una u otra forma, las competencias suponen un nuevo reto y así lo entienden nuestros políticos. El propio Ministerio de Educación y organismos como el Consejo Escolar del Estado han realizado jornadas de formación sobre estos conceptos con el fin de clarificar la situación. La presidenta de este órgano consultivo en materia de Educación, Carmen Maestro, lo expresaba así en unas jornadas realizadas hace sólo unos días: “El nuevo enfoque supondrá un cambio pedagógico, didáctico y organizativo en la escuela, para el cual habrá que repensar la formación del profesorado y las formas de aprender de los alumnos”.

En todo caso, a la espera de mayores concreciones con la práctica diaria y las primeras evaluaciones a los alumnos, hay algo que cambiará en los métodos de aprendizaje y en la forma de dar clase: el currículum por competencias hará que el profesor repiense la educación y sus fines. Muchos docentes deberán replantearse su labor y su forma de hacer en el aula, sobre todo en cuanto a la práctica de su tarea como evaluadores. Como señala el inspector de educación Avelino Sarasúa, “el currículum por competencias no va a ser entendido y ni asumido con facilidad”.

Sobre el papel, las competencias son el principio inspirador del conjunto del currículo, es decir, el objetivo al que se debe tender, pero esto puede quedarse en una mera referencia burocrática, algo que figura en las programaciones didácticas, pero que en la práctica, no se aplica.

A pesar de todo, los Reales Decretos de enseñanzas mínimas publicados el pasado 29 de diciembre, establecen que serán ocho las competencias básicas que deberán adquirir los alumnos al finalizar el periodo de enseñanza obligatoria. Así nos encontramos con: tratamiento de la información o competencia digital; aprender a aprender; competencia social y ciudadana; comunicación lingüística; Interacción con el mundo físico; competencia matemática; cultural y artística; y competencia en lenguas extranjeras.

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